Caminando por la calle
principal, comencé a notar una mala sensación recorrer mis adentros. La
temperatura parecía estar aumentando más y más a cada paso que daba.
El corazón latía pareciendo
interpretar una macabra sinfonía, y respirar se estaba convirtiendo en un
costoso trabajo.
No paraba de caminar, y cada
vez más rápido.
La gente de mi alrededor me
miraba con extraño; notaba sus miradas penetrar en mi interior.
De repente, y durante apenas
un par de segundos, todo fue envuelto en la más densa oscuridad, y cuando esta
desapareció, sólo veía un infinito sendero entre dos grandes hileras de
majestuosos árboles. Eché un vistazo atrás…pero sólo había niebla y nada más.
Seguí caminando, casi
corriendo, por el sendero sin fin, buscando mi destino.
El cansancio, la fatiga, y la
impotencia de no saber que hacer, se estaban apoderando de mí. No entendía que
estaba ocurriendo, pero dentro de mí hay algo que me incita a seguir.
Caminé y caminé, pero el
entorno no cambiaba lo más mínimo. Volví a mirar tras de mí, y cual fue mi
asombro al ver niebla, única y exclusivamente niebla; por más que caminara, no
parecía moverme.
Corrí y corrí, intentando
dejar a la niebla tras de mí…pero me seguía como un perro fiel a su dueño.
No paré de correr y correr, y
al poco tiempo empecé a escuchar unas voces que parecían venir de los árboles.
Esas voces no paraban de repetir “no te vayas, no te vayas”.
Cuando todo parecía que no
pudiera ser más irreal, unos peces nadaban en el aire acercándose a mí. Aparecieron
de ambos lados, y como si de una coreografía se tratase, comenzaron a pasar
frente a mí golpeándome la cara con sus aletas. Los intente espantar, pero era
imposible.
Seguí corriendo lo más rápido
posible, con los peces voladores aleteándome en la cara, y las voces pidiéndome
que no me fuera.
A los pocos segundos de la
aparición de los peces, comencé a escuchar otra voz diciéndome “abre los ojos”.
No podía soportarlo más, y decidí hacer caso a las voces.
Me paré en seco, y con los
peces aun golpeándome la cara, abrí los ojos lo máximo posible hasta el punto
de casi expulsar los globos oculares. De repente, una fulminante luz apareció
desterrando la tenebrosa oscuridad, eliminando los golpes de los peces, y
acallando las repetitivas voces.
Lo primero que vi fue a varias
personas abanicándome con unos papeles, y a un señor decirme:
-¿Cómo te encuentras? Te has
desmallado hace un par de minutos.
¿Un par de minutos? – pensé –
pareció una eternidad, y tan real…nada es lo que parece aunque lo veas tan
real.
R.R.Almeida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario